lunes, enero 07, 2008

EL DON DE LA DIGNIDAD

Dicen que el trabajo dignifica, que más da, la dignidad no es un don que uno ande persiguiendo día a día, se supone que no se sobrevalora cuando se tiene, pues hacerlo ya tendría un tufillo a indignidad (¿Qué es esa rotería de jactarse de ser digno?) y cuando no se tiene, no es precisamente el cartel que queremos poner sobre nuestra cabeza. No obstante lo anterior, uno pasa por etapas más o menos dignas que pueden definitivamente hacerte creer que eres exitoso o fracasado. Yo una vez parece que estuve muy enamorado y fui correspondido sólo parcialmente tanto en cantidad como en calidad, y sin duda ese desequilibrio hizo que me comportara de manera particularmente indigna, más no era algo que yo notara de manera conciente, sino que sólo lo percibía a la hora más oscura, cuando no puedes dormir y te das vueltas mareándote en tus propias y pueriles emociones. Era precisamente en esos momentos cuando analizaba mi comportamiento y me daba cuenta de lo expuesto que uno está en la vida, y que las personas que somos expresivas, aquellas que tenemos el maldito talento de no ocultar nada, carecemos de absoluta precaución a la hora de dar patéticos espectáculos. En fin, la vida sigue, por suerte a la gente no le gusta preguntar mucho ni tampoco ahondar en lo realmente importante, así que toda tu indignidad es dejada pasar, al menos ante tus ojos, no siempre a tus espaldas, pero ya saben, ojos que no ven… dice un dicho, el otro dice que el que calla otorga, da todo lo mismo, no todo es indigno, y trabajar duro durante un año, sin esperar mayor retribución que el latente silencio de la aprobación implícita, puede ser una muy buena sensación, tan buena, que puedes sentir la dignidad con una pureza mineralógica, y con ella, el éxito. Y esas veces, quizás las más sabias, son aquellas en que notas que el éxito no es finalmente la obtención de un logro cabal y grandilocuente, sino simplemente la genuina sensación del deber cumplido, y - es aquí donde me dirijo en éste escrito – de la ausencia absoluta de la vergüenza.
La vergüenza es una de las peores emociones humanas. Es tan asquerosa como inocultable, acto patente y deforme, de verse expuesto uno en su precariedad, en cualquiera de sus expresiones (moral, espiritual, material, social, física…), estar en el paredón con un gran foco de luz y un letrero gigante, quien no la ha vivido sin haber sentido ese extraño movimiento en la guata, ese pensamiento paralizante, esa metamorfosis de la cara, y vaya entonces que excelente es, pasar un buen tiempo en la vida sin sentirla (personal, por cierto, la ajena es tema para uno o más ensayos aunque en su génesis están ambas íntimamente ligadas) y un buen año laboral puede ser el mejor sinónimo de ello. ¿Por qué hablo de esto, ahora? Me dediqué únicamente a trabajar, durante un año. No se si cualitativamente lo hice bien o mal, pero fue mi objetivo único, congelando todo lo demás. Y llegué, tal como lo había trazado, a un punto de no retorno. Cerré un largo ciclo de mi vida, particularmente emotivo, con muchos altibajos emocionales e intelectuales, donde las palabras éxito y fracaso se me repetían como en una agotadora e interminable curva sinusoidal, y mi debilidad por la actuación gratuita no hacían más que aumentar esa sinuosidad. Lo cerré y se que lo hice, básicamente porque, en una transición no muy prolongada (un año), aprendí a reconocer la dignidad en las pequeñas metas, en los pequeños momentos, y el reconocerla me situó en una situación de privilegio, de contemplación, de decisión. El primer día que te sientes indiscutiblemente digno es el día en que ves nacer en ti, la ambición, no en su concepto de “deseo ardiente de obtener cosas”, sino en aquel que tiene relación con la espera de lo merecido. Querer cosas para ser mejor uno mismo, más que para hacer mejor el mundo. Aprender que no siempre lo mejor para uno, es lo que más se desea. Encontrarse un día conduciendo, detener el auto y sentirse sabio, por decidir no seguir. Aprender a parar, a devolverse, a callarse, incluso a huir, sin sentir la más absoluta vergüenza de ello. Mirar el mundo de frente, sin miedo a decir que me encanta el dinero, que casi siempre estoy solo, que me equivoco a diario. Tampoco tener miedo a decir que me ha ido bien, pero no mejor de lo que esperaba, que me siento mejor que varios de los que conozco, y que incluso ni me importa lo que pase con varios de los que conozco. No sentir vergüenza de nada, de que se me caiga el pelo, de mentir piadosamente, de fingir amistades, de escribirlo en este post. La dignidad, la ausencia de vergüenza, la delicia de reconocer que quiero ser superficial, que no quiero enrrollarme más, que ya no tengo grandes sueños, y que los que tengo, son más bien aspiraciones reales, como desear cambiar el auto, porque lo merezco, realizar un viaje, porque lo merezco, e incluso anhelar que un día preguntes por mí, que leas éste post, que te des cuenta de quien hablo, que me llames (porque ya ni siquiera me da vergüenza reconocer que yo no soy capaz de hacerlo) y me preguntes como estoy, y yo, sabiendo que lo merecía, te responda , lleno de verdad, lleno de dignidad : "Bien, estoy realmente bien"

domingo, noviembre 11, 2007

GEOGRAFÍA ÍNTIMA DE CHILE



En Antofagasta, un flaite me vio sacando fotos en el muelle, y me pasó sus hijos para inmortalizarlos en una postal que aún conservo, mientras yo rogaba porque el tipo no saliera arrancando con la cámara que me había prestado mi abuela. En Viña del Mar, vi al Everton dar vuelta un partido que perdía 3x0 y ganarlo 5x3 para retornar ese mismo día a la primera división. En Castro, en una pieza oscura y al borde de la intoxicación con whisky, caminé por encima de un grupo de personas que apenas conocía, buscando un baño para al fin, vomitar. La única vez que estuve en Pucón, salí a caminar a la orilla del lago y la lluvia sureña me encontró sin paraguas, mojándome hasta el alma, viéndome obligado a superar el frío con una deliciosa cazuela en una picada. En Puerto Aysén, pasé una tarde entera parado en un puente colgante de madera, mirando el río y sintiendo el vaivén al pasar los autos. Bajando de Pisco Elqui, a la altura del embalse, puse “Holiday” de Greenday en mi mp3 , y con la ventana abierta y la cabeza fuera del bus, soñé con un futuro tan maravilloso como inexistente. En un nevado Baños Morales, vi a mis padres transformados en niños al lanzarse por primera vez en su vida, cerro abajo, en un improvisado trineo plástico. En Molina estuve en la vieja estación de tren, levitando en marihuana, escuchando a Primal Scream, contando segundos acuñados en la memoria. En Tierra del Fuego viví la gran experiencia de estar a las diez de la noche con el sol aún en el cielo, caminando con mi hermano en una pampa llena de – hasta ese momento imperceptible - orín de caballo. En Corral dormí una siesta exquisita tirado en una plaza rodeada por esa revolución magnífica de aguas, en la que no puedes distinguir que es río y que es mar. En Pichilemu escribí en la arena mi nombre y el de una chica que no me quiso, aplacando en ese acto un platónico amor adolescente. En plena Pampa del Tamarugal, en la derruida Oficina Salitrera La Granja conocí la casa de adobe en la que nació mi padre. En el barrio Estación de Concepción, intenté engrupir una barwoman que resultó ser una escolar adolescente, mientras alrededor, otras como ella bebían ron en una mamadera. En Isla de Pascua hay una caverna subterránea, a la que osé entrar solo y sin linterna, y al perderme, estuve 20 ciegos minutos pensando en que encontrarían mis huesos varios siglos después. Chañaral es mi refugio, el lugar al que escapo cada vez que quiero comenzar de nuevo, caminando por su playa eterna y disfrutando su vida de pueblo triste y digno. En un viaje a Parinacota, en plena era digital, logré desconectarme de un intenso año laboral, olvidando el mail, messenger y el celular, a 4500 metros de altura, tomando té de coca y cumpliendo el viejo sueño de infancia de conocer todas las regiones de Chile.
Hay viejos sueños que parecen mediocres o sencillos, y que al ser originados en plena infancia, pueden sonar hoy, pasados los 30, incluso como ridículas metas. Que importa. Una de las - ¿pocas, muchas? - ventajas de ser una treinteañero sin hijos, es que, dado el momento y la condición, puedes tratarte a ti mismo como tu propio hijo. Puedes tomar a aquel chico que sólo conocía Santiago y Cartagena, pero que vivía mirando y dibujando mapas, aprendiéndose de memoria límites, capitales, regiones y provincias, recitándolas en su mente, soñando con viajar y decirle : “OK, ahora puedes. Yo pago”. En un mundo lleno de adultos frustrados, de falta de tiempo, de motivaciones puramente económicas o técnológicas, me hago reír a mi mismo con éste esperado regalo que me tomó diez años completar. Me hago reír por haber tenido la paciencia y el ingenio de tomar al niño interno, mimarlo, y tal como lo hacen los padres, darle lo que no tuve, pero no con la intención del siútico “encuentro con uno mismo” ni con la de saldar deudas sicológicas, sino que simplemente por el agrado de vivir el hedonismo. Nunca va a estar mal llenarse otra vez de energía, ponerse un cartel en la mente avisándote con letras grandes que, de vez en cuando, lo mejor que puedes hacer es sonreír un rato, mirar el calendario y la cuenta corriente, y darse cuenta de que, si existen cosas ricas en la vida, una de ellas es poder darte un gusto y vivir la lúdica emoción del “otra vez tener algo nuevo que contar”.

sábado, septiembre 01, 2007

MANIPULACIÓN MAESTRA DEL TIEMPO


Últimas semanas completamente monótonas, aunque no por ello malos días, básicamente pensando en planes ligeros y no tanto, como gastar el dinero de la manera más espléndida posible, pero también cómo cuidarlo cuando ya es la hora de adquirir el lugar en que uno quiere vivir (y hablo de vivir de verdad, optimizando las pocas horas de libertad que nos quedan cada día) y entre cálculos de cuentas, unidades de fomento, gastos comunes y dos baños, dos dormitorios, muchas ideas en la cabeza, algunas fantasías e incluso una sana esperanza por la anhelada tranquilidad. Hace poco hablaba con una amiga y ella decía que lo más importante para ella en la vida, era el amor y de alguna manera me estaba diciendo que su estabilidad emocional dependía claramente de la falta o presencia de éste. Yo me quedé pensando en si efectivamente era el amor algo tan importante, y sí, básicamente lo es en el más estricto concepto de la praxis del vivir, nadie se siente más vivo que cuando ama, arrebatadoramente vivo cuando el amor es correspondido, terriblemente vivo cuando no lo es y no hablo de estar o no con “la” persona, sino de ser amado por “la” persona o incluso de estar o no seguro de amar a la persona con la que estás. En fin, entendí a mi amiga, en cuanto a su propia naturaleza, más no me sentí identificado con sus palabras, el amor no es algo que se haya consolidado como la figura determinante de mi estabilidad emocional. Por supuesto que me afecta de la misma manera que afecta a todos los seres humanos, pero la experiencia del amor en sí ha resultado para mí más un camino hacia mis objetivos que el objetivo mismo. ¿Cuál es mi objetivo?. Uf, tan simple como complejo : Paz. “I give you everything I’ve got for a little peace of mind”, rezaba Lennon en el álbum blanco y es efectivamente una frase que me define, aunque mi bulliciosa y majadera personalidad digan lo contrario. Y claro, algunos de mis momentos más felices han sido unas tardes en Chañaral caminando kilómetros en una playa eterna, una espléndida siesta en un motel de La Florida observando a ratos el cuerpo de ella en el espejo y no poder retener mi sonrisa plácida, la caminata por Penny Lane con mi walkman sonando la canción ídem (y viviendo the real “in my ears and in my eyes” ), la primera vez que volé en avión, mirando cómo son las nubes desde arriba, rumbo a Iquique y una tarde de marihuana + melón con vino sentado al borde de una piscina con el grupo de amigas/os de la Facultad, en la parcela de San Fernando, riéndonos de estupideces. No parecen momentos precisamente excitantes, más aún cuando hasta finalizada mi adolescencia (q en mi caso fue larga, muy larga) fui una persona con ciertos logros y triunfos y premios, varias veces viví la experiencia de estar en “el podio” e incluso mis últimos dos adultos años no han sido particularmente malos, en varios aspectos estoy bastante satisfecho con la vida que llevo, no obstante no es el triunfo, el dinero ni el amor lo que me mueven y sólo los considero vehículos para el descanso apetecido. Reviso los momentos felices antes mencionados y todos tienen un factor común : padecen de una sencillez que conmueve. Sin fuegos artificiales, ni derroches groseros, pequeños momentos en el tiempo compuestos con pocas cosas y muy pocas (casi ninguna) personas, y ¡vaya que fueron momentos felices!. Hay veces que me gustaría despertar y tener 85 años y no porque considere que ya no tengo mucho por hacer, sino porque imagino que la tranquilidad de no tener mucho que ganar o perder debe ser tan apaciguadora, que hasta envidio esa dignidad de ya no tener miedo a morir, ese soberbio recato de aceptar que la vida es algo que va a pasar pronto y no por ello dejar de querer vivirla.
Hace algunos días fui a la cordillera y en algún minuto se puso a nevar y me vi involucrado en una situación realmente riesgosa donde sentí mucho miedo, tanto, que superado el suceso, me detuve a mirar el acantilado y tuve que inhalar mucho aire frío para soportar la enorme cantidad de planes que acumularon en mi cabeza, planes que trágicamente se habrían ido a la aguas del río si yo hubiera sido un poquito más descuidado, y claro, luego bajé de las montañas con la alegría de confirmar que realmente ganas de vivir hay, y hartas, y apenas pude dediqué horas a ordenar algunas carpetas del PC, algo abandonadas pero que contenían la receta fácil (que por lo demás no es nueva) para mi felicidad. Ordené mi música, mi principal vicio, sabía que por trabajo tenía que conducir largas horas al día siguiente y como casi no existe mejor combinación que música, soledad y auto, sencilla y sublime mezcla, hice un disco y me programé uno de esos momentos más felices de la vida, que a veces sólo dependen de uno, y de cuantas ganas se tiene de estar en paz. El ser humano es contradictorio, lo que más quiere normalmente no está tan lejos, pero no en vano la pereza es considerada uno de los pecados capitales. Superada la indolencia, este fue mi propio regalo, 8 horas ida y vuelta a Talca y la más depurada sencillez :

Deep Purple – Burn / Led Zeppelin – Rock n’ Roll / Creedence Clearwater Revival – I Put a Spell on You / AC DC – Back in Black / Greenday – Jesus of Suburbia / Dire Straits – Sultans of Swing / Pink Floyd – One of these days / The Beatles – Hey Jude / The Rolling Stones – Satisfaction / The Doors – Break on Through / The Doors – Touch me / Yes – Roundabout / The Rolling Stones – You can’t always get what you want / Guns n’ Roses – Ain’t it fun / Nirvana – Smells like Teen Spirit / Led Zeppelin – Stairway to Heaven / Bob Dylan – Like a Rolling Stone / Blur – Beetlebum / Pearl Jam - Black / Massive Attack - Angel / The Doors – Light my Fire / Guns n’ Roses – Sweet Child o’ Mine / Procol Harum – A Whiter Shade of Pale / The Beatles – Sgt Pepper Lonely Hearts Club Band / The Stone Roses – She’s my Sister / The Rolling Stones – Simpathy for the Devil / Linkin’ Park – In the End / Radiohead – Paranoid Android / System of a Down – Chop Suey / Aerosmith – Dream om / The Hollies – Long Cool Woman in a Black Dress / Whitesnake – Still on The Night / Oasis - Stand by Me / Weezer – In the Garage / The Strokes – Hard to Explain / Smashing Pumpkins – Disarm / Peter Gabriel - Salisbury Hill / The Beatles – You Never Give me Your Money / The Doors – Riders on the Storm / The White Stripes – Seven Nation Army / Rage Against the Machine – Bulls on Parade / Supertramp - Breakfast in America / Don Mac Lean - American Pie / Ten Years After – I’m Going Home / Queen – Bohemian Rapsody / Radiohead - Let Down / Queen – Don’t Stop me Now / Ten Years After – I’d Love to Change the World / Black Sabbath - Iron Man / The Eagles – Hotel California / Rage Against the Machine – Wake up / Janis Joplin - Summertime / Deep Purple – Anthem / Aerosmith – Walk this way / Outkast - Hey Ya / Black Sabbath – Paranoid / Led Zeppelin – Immigrant Song / David Bowie – Heroes / Pink Floyd – In the Flesh? / The Beach Boys – Good Vibrations / Radiohead – Dollars and Cents / The Mamas and The Papas – California Dreaming / The Beatles – Yer Blues / The Rolling Stones – She Smiles Sweetly / Whitesnake – Here I go Again / Jimmy Hendrix – Purple Haze / Pixies – Where is my mind / Aerosmith – What it takes / Faith no More – Epic / Rage Against the Machine – Freedom / The Beatles – Yesterday / Rush- Roll the Bones / The Guess Who – American Woman / Linkin’ Park – Numb / Rush – Tom Sawyer / Greenday – Holiday / Boston – More Than a Feeling / Deftones – Change / Pixies – Debaser / Led Zeppelin – Black Dog / David Bowie – Space Oddity / Santana - Jingo / Deep Purple – Smoke in the Water / Pink Floyd – Hey You / Metallica – Master of Puppets / Smashing Pumpkins – Where Boys Fear to Tread / Radiohead – Packt Like Sardines in a Crushd Tin Box / The Cure – Lullaby / Journey – Don’t Stop Believing / The Cure – Disintegration / David Bowie & Queen – Under Pressure / Led Zeppelin - Whole Lotta Love / The Beatles - Happiness is a Warm Gun / U2 - One / Pink Floyd - Summer 68 /The Flaming Lips - In The Morning of the Magicians/ The Who - Teenage Wasteland


Al final del día, me bajé del auto, me fui derecho a la cama. Luego del éxtasis, viviendo el triunfo de la tranquilidad, casi sintiendo como si tuviera 85 años y absolutamente nada que temer.

domingo, julio 29, 2007

VIDA REAL

Un blog, una especie de diario de vida que, a diferencia de esos antiguos registros asociados al romanticismo infantil femenino o al egocentrismo del artista que está pensando en su biografía, reflejan una vía de escape a la creatividad o a la emoción de seres humanos corrientes, un espacio para decir cosas de esa manera que no puedes decir hablando, a estar presente en un fenómeno que quien sabe cuanto dure, a estirar los dedos y practicar éste extraño hobby de jugar con las palabras, y atentamente esperar que alguna persona (a veces con una sola, no cualquiera, basta) entre y lea lo que escribes. Pensaba en eso mientras conducía en la noche y pensé en algo que no había escrito nunca. No sólo eso. El pensamiento rápidamente derivó en todas aquellas frases que han aparecido en éste blog, hablando de cosas que podrían parecer íntimas, y que en realidad no lo son, o nunca lo sentí así al escribirlas. Todo lo que aquí he escrito, lo he dicho o lo podría decir en la “vida real” sin un asomo de vergüenza, y por cierto con menos de éste siútico jugueteo.
¿Y lo que no he escrito?¿Y lo que no he dicho?. Hay verdades tan simples que nos invaden, sencillas como la tierra seca, que ocultamos al mundo por temor precisamente a parecer tan sencillos que nos etiquetaríamos de vulnerables. Y bueno, hoy voy a hablar de esas verdades, quiero una pequeña catarsis, quiero decir algunas cosas, en palabras simples y reales. Quiero contar algunas verdades por la terapéutica razón de leerme en un tiempo más y saber quien fui el día que las escribí. Verdades sencillas como que odio bañarme y me gusta limpiarme la nariz con los dedos. Contar que hay días en que querer a la familia es una carga sofocante de la cual me gustaría librarme, y que internamente me avergüenzo de hablar tanto en público y siento rabia por ser de esa odiable clase de majaderos-sabelotodos-que-nunca-pierden. Aprovecho de decir que siendo socialista hasta el ADN, detesto a la mayoría de los pobres que conozco por flojos e ignorantes y que por otro lado, desprecio tanto los ideales de la derecha que soy capaz de mentir por defender mis principios políticos. Aquí voy con otras verdades más : Cada día se agrega una nueva gota de envidia en mi mente al pensar en mis coetáneos con hijos. Hay días que pienso que soy estéril y me da miedo averiguarlo. Estoy seguro de que me han querido más mujeres de las que oficialmente lo han hecho. Tan seguro como que sé que he querido a menos mujeres de a las que oficialmente se los he dicho. Y sigo : A diario me siento mas mediocre y tonto que esa imagen que trato de proyectar al mundo, y en secreto voy a la iglesia todas las semanas, en un horario solitario y rezo. Y en esos rezos le digo a Dios que volví a creer en él no porque realmente crea que existe, sino porque prefiero que exista. Sumemos a ésta cataris la siguiente lista : El mejor momento de mi rutina diaria es cuando salgo a visitar clientes y tengo tiempo de cantar en voz alta dentro de mi auto. Casi todos mis amigos me aburren y últimamente he creído que en realidad no tengo amigos. Mi habitación está sucia casi todo el tiempo. Pagaría por nacer de nuevo y ser hincha del Colo Colo. Me gustan los días soleados porque en los nublados me deprimo. Dejo inconcluso cada proyecto personal que inicio. Prefiero viajar solo SIEMPRE, aún cuando digo que lo he pasado bien, ahí probablemente estoy fingiendo. Consumo voluntariamente antibióticos todo el año, me hacen sentir seguro y freak, y eso me otorga un extraño tipo de orgullo. Me acuerdo de ti cuando suena (sí, creélo) una canción de Arjona que habla de los daños a terceros, y pienso en los daños a terceros, segundos y primeros y en cuanto nos debimos haber mentido ambos, y lo doy por hecho porque si hubiera sido de otra manera, lo nuestro no habría terminado de la forma que lo hizo. Dos veces en la vida me han dicho - de verdad - te amo, una vez cara a cara, la otra en un mensaje de texto. Yo lo dije muchas veces, ebrio, ironizando en engrupidas juveniles, nunca en serio, la última vez fue hace 10 años. Creo que todos mienten, me parece interesante, me ejercito en calcular el porcentaje de verdad de todos con quienes hablo. Se que de todos mis escritos, éste es el más pobre. Ni recién escrito me gusta. Pero está hecho con una intención y la cumple : Abrir la ventana un rato, para que entre el aire.

domingo, julio 08, 2007

80s


Creo que soy un ser enriabado. Me gusta reírme, trato de hacerlo todo el día, pero casi nunca esa risa es de felicidad, la mayor parte de las veces está asociada tanto a la ironía como al absurdo, me río de la gente, me río de mi propia desgracia, me río de aquello que no debiera ser, pero es. Está claro que una risa con esos orígenes no es más que una risa rabiosa, resentida, propia de quien sólo puede oler la mierda y en la costumbre, es mejor disfrutrarla. Aún así, creo que estoy viviendo un momento personal frívolo, no voluntario por cierto, sino que propio de cuando has cambiado de vida, cambiado de planes, nada importa mucho y es mejor dejarse llevar. Y en ese ejercicio, salgo, voy a fiestas, comparto frivolidades, tengo aventuras vacías pero divertidas, y me sumerjo en un mundo que hace algunos años veía con tanta distancia como asco, y que hoy por hoy representa las guirnaldas y luces de mi fiesta contemporánea. Happy hours, bailes, conquistas efímeras, retornos de las borracheras en pubs de adultos jóvenes, megamixes en DVD con trozos insulsos de buenas y malas canciones de los 80 apelando a nostalgias patéticas, evocando instantáneas aisladas incrustadas en el corazón, haciendo olvidar la pena y el dolor en el que flotaban. Y pienso en la nostalgia ... ¿Qué extraño fenónemo cerebral hace que nos den ganas de volver a vivir momentos que en su época sólo queríamos extirpar de nuestra existencia? Converso con muchas personas, ¡que buena es ésta canción! ¡que fabulosos eran los 80!. Y resulta que ahora eran buenos los New Kids, Exposé, Bon Jovi , resulta que nunca hubo nada mejor que Cachureos o Pipiripao, sucede que nunca nos entretuvimos más que con el Chacal de la trompeta o el Festival de la una. Una vez en un almuerzo comenté sobre un personaje de una teleserie del 87 y ¡ fui felicitado por mi memoria y dominio de la cultura pop!.

Hay días en que me levanto y creo que nuestra caída libre hacia la superficialidad absoluta es cada vez más concreta. Salgo a la calle y veo a todo el mundo tan egoísta, tan lleno de mezquindad y cortoplacismo, criticando el mundo actual con tanta cultura como la que pueden obtener de Chilevisión Noticias y LUN.com : la contaminación, el transporte, la corrupción, la violencia... criticando con una sinvergüenzura que me deja helado ¿Acaso no somos nosotros mismos los que contaminamos? ¿No somos nosotros los que nos saltamos miles de normas día a día? ¿No somos nosotros los que entregamos nuestros sueldos en bandeja a quienes mantienen éste país en el abuso y la desigualdad? ¿No somos nosotros los que le damos rating a canales de TV y diarios llenos de pura basura? ¿No somos nosotros los que en cada minuto de nuestras vidas lo único que estamos buscando es nuestro propio y miserable provecho, sin importar cuánto esto afecte al vecino de al lado? Vamos por la vida como si fuéramos los únicos que sabemos cómo se arregla el mundo y la mayor parte de las veces ese arreglo no es más que mover hacia el lado todo lo que nos molesta, ponerle una rejita a nuestra parcela y que el resto se las arregle. Y en ese inútil pero cansador ejercicio, aparece como una linda herramienta la querida nostalgia, esa que engaña, esa que se toma años en manipular la memoria, cambiando hechos, colores, percepciones, transformando lo feo en bello, fabricando latidos de corazón a partir de flashes de islotes de sensibilidad alojados en una memoria falsa. Y resulta que el país está mal, la vida está mal, nada es como en los 80.
Yo sí recuerdo los 80. Yo sí recuerdo un país de miseria, una realidad sangrienta, muertes, torturas, desinformación, el PEM, el POJH, el saqueo del país por los mismos grupos que hoy - en sus canales de televisión, en sus diarios - hacen creer a éste cúmulo de adultos aburridos y frustrados que hoy estamos peor que nunca. Yo sí recuerdo la guerra fría, el muro de Berlín, las abrumadoras influencias soviética en Europa del este y norteamericana en America Latina. Algunas cosas en su detalle no recuerdo, pero hay cosas que ahora asocio y deduzco que la cagada en la cabeza que padecemos fue claramente incubada en los 80. En rigor, nuestra cobardía y mediocridad es hija de esa década sin ideas ni ideales, esa falta de libertad abrumadora. Y no creo que la canción tecno pop del pájaro loco sea buena ni que las fiestas de Rodolfo Roth sean el lugar en el que debo estar. Y claro, ahí es donde me transformo en el ser enrabiado, miro a todos lados y me digo ¿estoy equivocado? ¿me tengo que dejar llevar y meterme en la máquina de la nostalgia infame que domina a todo el resto?. Soy de la generación de los 80, pero no me siento parte de ella. Ni los calcetines brillantes ni los pantalones amasados me hicieron sentir feliz nunca y el negro recuerdo de esa época no se me va a pasar jamás. Y es una pena enorme que 20 años después, mire a mi alredededor y vea que la mayor parte de la gente, gaste sus escasas horas de entretención en transportarse a una época de la que jamás creí que alguien hubiera deseado ser parte. Miro atrás y veo aquella juventud atesorando aún esa “alegría más triste y falsa” que la caracterizaba, guardándola hasta ésta adultez forjada entre Morandé con Compañía y la acumulación de puntos en el supermercado. Me río, si, disfruto, sí, me vendo al sistema, sí. Hago todo eso, para sobrevivir con algo de risa - aunque sea irónica - pero no voy a dejar que ese engaño permanente y traidor que es la nostalgia me meta el dedo en la boca. Ni en los 80 ni ahora mi generación ha sido ejemplar ni pasará a la historia por su aporte al ideal humano. Así que disculpen si de vez en cuando les arruino la fiesta. En realidad no, no disculpen nada. Esta eterna fiesta ochentera me tiene hasta más arriba de la coronilla.

domingo, mayo 27, 2007

LECCIONES OLVIDADAS



Si realmente pudiera elegir de que manera me gustaría ganarme la vida, sin duda diría que escribiendo. Cuando niño "me" escribí libros del reino animal, donde reproducía cosas que había aprendido en el Icarito, pero desde mi punto de vista, el que me parecía más entretenido. También hice artículos periodísticos para un diario que sólo leía yo, acerca de cosas que me parecían interesantes tanto de mi vida cotidiana como del mundo noticioso real. Los repasaba hasta dar con él artículo que me llenara mi gusto a esos extraños 10 años. A esa misma edad escribí alguna poesías insulsas, de aquellas donde todo rima perfectamente con si fuera una canción infantil y con una de ellas gané un concurso del día de la madre y un diccionario de sinónimos y antónimos. Y pese a mi timidez, varias veces me ofrecí para confeccionar el diario mural, donde intentaba ser original y en vez de poner efemérides, ofrecía noticias actualizadas y rankings musicales. A los 14 años, dibujé una historieta en las puntas de las hojas de un cuaderno. La idea era generar la típica sensación de movimiento cuando haces pasar rápido las hojas, pero la historia resultó tan divertida para una compañera de curso, que la transcribí como un cómic, de 24 capítulos llamado “El pulpo”, y que terminó siendo una saga. Mis lectores : Mi amiga, otra amiga que se sumó y mi hermano menor. El nivel de tiempo que le dedicaba era en realidad estúpidamente exagerado para tan pocos lectores, aunque a pesar de los casi 20 años que han pasado, creo que nunca voy a olvidar la cara de inmensa felicidad de mi hermanito cuando, cerca del final de la “tercera temporada” de El Pulpo, le “resucité” a unos personajes que el quería mucho y que habían pasado al olvido. Que momento.
Tuve otras “voladas” literarias. En tercero medio, una chica - que no era ni mi amiga ni mi polola – por razones que he olvidado, un día confió en mi y me contó un secreto por carta. Yo, sin motivación aparente, le respondí como si fuera un tipo con personalidad múltiple. Le di consejos desde tres perspectivas : La de un sabio, la de un chico piola, y la de un adolescente carretero. El ejercicio le resultó tan interesante, que ésta mujer empezó día a día a contarle su vida a éstos tres personajes, para que le entregaran luz a su camino. A veces entre ellos se contradecían, lo que a mi me resultaba muy divertido, y seguramente a ella confuso, y así pasaron dos años completos en que cada mañana encontraba un mensaje en mi puesto, y asumía mi rol de diario de vida humano. Al salir del colegio, un día me di cuenta de lo “anormal” de ésta aventura y le propuse que, en pleno paseo de cuarto medio, una noche hiciéramos una fogata y quemáramos todas las cartas y diéramos vuelta la hoja. No lo hizo muy convencida, pero ahí se esfumó el maníaco de las tres personalidades, literalmente convertido en cenizas que se llevó el viento. A ella la vi unas tres veces más, una de ellas, ebrio en una fiesta donde tuve un tórrido encuentro con su hermana menor.
Ya en la universidad, en medio del extraño entorno en que vive alguien que estudia química, un día surgió un boletín de la carrera, en el cual me hice dueño de una columna, desde la cual generé más de alguna polémica y una – quizás insignificante – suma de pequeñas admiraciones y odios. Este boletín fue el paso necesario para lo que en su momento fue mi mayor orgullo : El boletín “Cablecito Poco”, un pasquín independiente, autodenominado “hedonista y ecléctico”, en el que partí como un miembro más, pero cuyo trabajo me obsesionó de tal manera, que en sus últimas ediciones terminé escribiendo casi todos los artículos yo sólo, usando distintos seudónimos, distintas personalidades, distintos estilos, faltando una semana entera a clases – y por dios que es cierto- sin siquiera darme cuenta de ello. Nunca supe si era una revista buena o mala, pero su impacto fue tan real, que me costó un sumario dentro de la universidad, el odio o fanatismo de media facultad, y cinco años después, una mención de agradecimiento de una chica que no conozco, en su discurso de egreso en la casa central de la Universidad de Chile.
Luego vino la adultez, mi traumático paso hasta ella quedó plasmado en un guión llamado “Disculpen por el desorden”. Era la época en que pensaba que lo mío era ser cineasta, cuan equivocado estaba, no tenía ni el tiempo, ni el talento ni la motivación, y por esa confusión, no reconocí que mi verdadera energía estaba canalizada en ese texto, el que leyeron cerca de 40 personas y que fue comentario de asados y fiestas, situación que por cierto me agradaba mucho, pero que no vi de manera suficientemente clara como para tomar esos elogios y pulir ese guión y hacerlo una verdadera obra y no ese remedo histérico de historia juvenil que hoy me parece al hojear sus páginas. Entré de lleno a la etapa más deprimente de mi vida y con ello, algunos intentos como la fallida resurrección de Cablecito en formato electrónico, y un varios intentos fracasados en el concurso de 100 palabras del metro. Cada uno de esos años miraba los cuentos ganadores y pensaba “mi cuento era bueno” y – debo decirlo – me daba un poco de pena. Pasó el tiempo, y como el preámbulo para lo que sería el abandono de mi “edad media”, comencé con un amigo de mi ex – trabajo, a ...de cierta manera... competir con escritos, es decir, ambos comentamos que en alguna época juvenil escribíamos y usando el concurso del metro como pretexto, empezamos un ejercicio narrativo casi diario de escribir textos como energúmenos, varios de los cuales dieron inicio a este blog. Ambos fuimos despedidos del trabajo (obvio, no trabajábamos en una editorial), no sin antes, ambos enviar, con cierta resignación, nuevos cuentos al concurso del metro. Llegó esto de los blogs, nació línea de tiempo y Ron City, y yo intenté ser microempresario, y me fue mal, y busqué un nuevo trabajo y volví a buscar maneras de vivir lo más rápido posible, para que no se note que no soy escritor, para no darme cuenta que no hago lo que quiero hacer, y entremedio seguí conociendo gentes e historias, hasta que un día llega a mi e-mail, un mensaje indicando que uno de los cuentos que envié el año anterior al concurso del metro, estaba seleccionado entre los 100 mejores y que forma parte de un libro que sería repartido a 100 mil personas en ésta ciudad. Sí. 100 palabras me transformaron oficialmente en escritor. ¿Qué sentí? Primero, alegría. Me creí escritor, me iban a publicar. Segundo : algo de decepción. Mi cuento seleccionado era el que menos me gustaba de todos los que había enviado. Tercero, recordé dos historias que me inspiraron ese cuento, una de la farándula chilena, otra de una amiga mía, que lee éste blog, y que sin saberlo fue un catalizador para esa historia, que voy a transcribir al final de éste post. Antes de hacerlo, finalizo éste escrito, con una confesión : Finalmente, para alguien que quisiera ganarse la vida escribiendo, resultó patético saberse "escritor" gracias a escuálidas 100 palabras, que ni siquiera me agradan tanto. Y es que a pesar de algunos elogios recibidos, de algunos posteos amigos llenos de buenas intenciones, de haber pasado una selección en el metro, nunca me gusta realmente lo que escribo y cada vez que dejo pasar los meses e intento releerme, casi siempre me da algo de vergüenza lo que he escrito. No busco ninguna reafirmación de autoestima con ésto, ni comentarios sobre “que si escribo bien”. Como siempre, escribo ésto para mi mismo. A veces logro transcribir historias, generar alguna emoción, entretener o lograr la atención y concentración del lector. Pero no soy Borges, no soy Cortázar, no soy Faulkner ni menos aún Joyce. Y créanlo, cuando te gustaría ganarte la vida en esto, no ser uno de ellos, duele.


LECCIONES OLVIDADAS
(cuento publicado en el libro "Santiago en 100 palabras", Mayo 2007)

Javiera y María son amigas. Javiera quiere a María porque nunca le ha fallado, por su lealtad incondicional. María quiere a Javiera de la forma que se admira un precipicio al caminar por el borde : con fascinación, delirio y pánico. Si retrocede, pierde de vista el esplendor de tanta belleza. Si avanza un paso más, empieza la caída, el horror, la catástrofe. A Javiera siempre le dijeron : “No hay que confiar ciegamente en la gente”. A María le enseñaron claramente que las niñas deben fijarse en los niños. En ésta ciudad la gente crece y se olvida de todo.

domingo, abril 08, 2007

FANATISMO. Tercera Parte : Michelle Bachelet


No es novedad para ninguno de mis habituales lectores, que el periodo noviembre 2005 – marzo 2006 fue lejos el más feliz de mi vida, y en él no sólo compartí momentos increíbles con una chica que – luchando contra mi escepticismo - me enseñó que en la vida sí existían esos momentos. No sólo tuve mucho dinero a mi disposición, más del que nunca tuve en la vida, y no sólo me regalé la ostentación de rechazar un par de trabajos y soñar con que podía ser independiente, sino que además tuve oportunidad de vivir pequeños lujitos como tener a Manu Chao dando un recital gratis a un par de cuadras de mi casa, recibir mi camiseta del Everton autografiada por el mismísimo Joel Estay o - a pocos días de dejar un gobierno exitoso - saludar personalmente al Presidente Ricardo Lagos visitando mi barrio. Éste último, era un viejo sueño que tenía desde que Lagos apareció en De Cara al País apuntando a Pinochet. En aquel entonces participé en actividades de campaña, y conocí a varios políticos, pero nunca a Lagos, a quien yo claramente admiraba. Pasaron los años, me alejé de la política, la figura de Lagos siguió creciendo, perdí una polola después de una discusión política en las primarias en que le ganó a Zaldívar ( “pero Juan, si la mayoría de los detenidos desaparecidos están paseando en Europa”), Lagos fue Presidente y de ahí en más, se transformó casi en un Emperador. En ese punto algo comenzó a molestarme, no sabía lo que era, el gobierno era bueno, se hicieron muchos cambios, judiciales, educacionales, el país hasta se destapó, se hizo más libre, menos acartonado, pero esa aura de divinidad que empezó a rodear a Lagos, me llenó de incomodidad. Un día, en medio de todo ese interno y secreto disgusto, y en pleno funeral de Gladys Marín, me encontré con Bachelet. Yo estaba en una larga fila dando la vuelta entera al ex – congreso, esperando mi turno, ya me había topado con Piñera, cuando en eso se abre una puerta lateral, donde aparece, muy dolida, la entonces precandidata de la Concertación. Nos cruzamos, ella se sube a un auto muy rápido, antes de que el auto se vaya, me acerco a la ventana, la miro a los ojos y le dijo : “Fuerza Presidenta”. Claro, ese día supe porqué no soy famoso ni masivamente destacado, pude haber dicho cualquier cosa medianamente inteligente, pero, al igual que chileno promedio, ante una situación de nivel, sólo un par de palabras impensadas y clichés. Me quedé pensando en esa mujer, tan normal, tan sensible, tan “mina” para sus cosas. Y me gustó. Me entusiasmó la idea de que ella fuera Presidente, alguien distinto a los políticos tradicionales, ambiciosos de poder, de pasar a la historia a costa de lo que fuera... Me empecé a preguntar ¿Y si nos gobernara alguien común y corriente cómo Bachelet? Gran señal, el pueblo estaría suficientemente maduro, Bachelet no tendría esa imagen paternalista-autoritaria que nos ha dirigido siempre, sería más bien una compañera, uno de los nuestros...¡¡ Cuántas veces quejándonos de que son siempre los mismos, las mismas caras, los mismos robos !!. ¡ Pues bien ! Aquí estaba la oportunidad de demostrarnos a nosotros como pueblo, que efectivamente éramos capaces de no ser gobernados con golpes en la mesa, con voces firmes y dogmáticas. Podríamos ser gobernados por una persona justa, no ambiciosa, no autorreferente, una partner con buenas ideas, y así vivir, de verdad la tan anhelada democracia civilizada, aquella donde las gentes hablan con sus gobiernos, sus gobiernos los escuchan y juntos deciden el futuro de las naciones. Llegó Enero de 2006, Bachelet es elegida Presidenta, y debo decirlo, era feliz en mi propia vida y lo fui más con la llegada de ésta mujer al gobierno. La mano que le di a Lagos, lo tomé más como una señal de que al fin estaba haciendo aquellas cosas que jamás pensé que podía hacer, pero íntimamente, me gobernaba más el ansia de saber que él era el Presidente saliente, y que en dos, tres días más, mi verdadero sueño democrático se haría realidad. Bachelet fue envestida con la Primera Magistratura de la República, y fue el centro del Universo por algo que quizás era lo menos importante de su naturaleza política : Ser mujer. Pasaron los días y la democracia llegó. Todos aquellos que no se habían expresado, lo empezaron a hacer : Escolares, flaites, choferes de micros, diputados díscolos, Michelle perdió el mando, se lo tomó el pueblo, la agenda ya no era la del gobierno, empezaron las críticas “No tiene autoridad”, “El Gobierno no tiene rumbo”, los niños salen a las calles, lo destrozan todo a su paso, los políticos no lo hacen mejor, todos hablan y dicen lo que quieren pues saben que nadie los va a reprimir, la prensa hace un festín de todo aquello que va a salir mal y llena todo lo que puede con profecías autocumplidas de las que los ciudadanos se hacen parte. Pasó un año y todos se quejan, a pesar de que prácticamente no hay desempleo, a pesar de que habrá mejores pensiones, a pesar de que muchas enfermedades se tratan gratis, a pesar de que las viviendas sociales serán más dignas...Todos se quejan porque ésta mujer quiso gobernar con verdadera democracia, pero no, no somos los suficientemente civilizados aún, no sabemos expresarnos sin destruir el centro, no sabemos cooperar con los nuevos proyectos aprendiendo a leer un plano urbano, no sabemos ser político de gobierno y dejar que ésta “aparecida” nos gobierne, no sabemos ser prensa y ser constructivos, no sabemos ser oposición y desear que al país le vaya bien, no sabemos comportarnos si no está la figura del padre, del patrón, del jefe diciéndonos lo que debemos hacer y lo que no, y si todo sigue igual, es probable que no lo sepamos nunca, y Bachelet terminará traspasando el mando a un político como el de siempre, aquel de la cúpula partidaria, ese que nos reta él o su Ministro del Interior, el que nos dice con palabras viejas, repetidas y rebuscadas como debemos obedecer, el que siempre dejará contento a los empresarios, el que siempre ha gobernado o gobernará Chile. Y muchos podrán decir que Bachelet no tenía experiencia, incluso que era mujer... La imagino hoy con una disyuntiva : “¿Cambiar? ¿ser como uno de ellos para poder triunfar?”. Si pudiera, le diría : “Bachelet, lo tuyo no es la megalomanía, no es pasar a la historia a toda costa, no es rodearse de un aura de grandeza. Lo tuyo es lo que siempre te hizo admirable : Tu espontaneidad, tu calidez, tu honestidad, tu aprecio por el valor que tiene cada uno de nosotros como ciudadano. No has fallado, somos nosotros, los ciudadanos-niños que no somos capaces de ver que sólo en un gobierno como el tuyo, seremos realmente tomados en cuenta. Romperemos la gallina de los huevos de oro. Nos dieron la mano y agarramos la pata. A lo mejor, inconcientemente, esto no nos gusta, quizás con tantos años de dictadura, y luego tantos años del dominio de los poderosos, de uno y otro bando, tal vez seamos un pueblo adicto a la mano dura”. Yo se que es casi imposible que ella alguna vez llegue a leer esto, pero con una devoción soberbia, con fanatismo, lo digo : Aunque todos se bajen del buque, me consideraré hasta el final el más acérrimo de los bacheletistas. Las personas que más admiro no son aquellas que están en un pedestal imaginándose en las enciclopedias de historia del futuro. Las personas que más admiro son aquellas que se saben humanas y que día tras días tratan de dar lo mejor de si en condición de tales. No es tu culpa Michelle, somos nosotros los que no sabemos que hacer con tanta democracia.