martes, marzo 07, 2006

PUNTOS CARDINALES

Anfield Road
Liverpool, Inglaterra
Mayo 7, 2002

El desayuno británico que solo comen los turistas “pobres” apenas cabía en mi estómago. Huevos revueltos, porotos con salsa, leche, pan, tocino, salchichas, frutas cocidas, jugo. La única justificación de tamaña asquerosidad era ahorrar el almuerzo para cumplir mi meta de “7 días viviendo en la ciudad de los Beatles”. Liverpool no es una ciudad bella, ni sus calles, ni sus barrios, ni siquiera el río desembocando en el Irish Sea. Pero yo era víctima de una enfermedad, ver lo perfecto debiera estar vetado para los seres humanos, entender la discografía completa de los Beatles está dentro de esa categoría. Y fui un peregrino. Al quinto día de dejar los pies en la calle visitando las casas de Lennon, McCartney, Harrison y Starkey, sus colegios, sus veredas, sus bares, supe que no era un iluminado como ellos. Solo era un fan buscando algo que emocionara mi existencia. Mi primera actividad no-Beatle fue ir al estadio del Liverpool. En Anfield Road, mirando una mole de hormigón y acero, y asumiendo que no podía pagar las 60 sterling pounds de la entrada, supe que hasta los sueños cumplidos tienen su esqueleto hecho de pura, dura realidad. Nunca en mi vida he estado más al norte que aquella vez.


Camino San Sebastián, Club de Huasos
Porvenir, Tierra del fuego, Chile
Febrero 14, 2004

Aprovechando la “práctica país” de mi hermano (que para mí equivalía a alojamiento barato), crucé el estrecho de Magallanes entre vómitos de chilenos y cámaras digitales de japoneses. Porvenir es una ciudad chica donde casi no pasa nada. Los almacenes están dentro de las casas, y las lechugas se venden por kilo a precios impactantes. A los santiaguinos nos tratan como dioses a los cuales se les ofrece cordero en toneladas, aunque después del festival de garrafas descorchadas, nos ven como nortinos aprovechadores y sinvergüenzas. La relatividad emocional del etanol. Zamorano y Kenita cancelan su boda de día de los enamorados. Yo nunca me he enamorado. Intenté andar a caballo en el Club de Huasos, el caballo no se movió un centímetro. Me bajé y devoré el cordero asado, para eso sí que tengo talento. Nunca en mi vida he estado más al sur.

Orongo
Isla de Pascua, Chile.
Septiembre 9, 2005
Odiando mi trabajo, mi mediocridad y mi decadencia, me conseguí plata y viajé a Isla de Pascua, imaginando largas caminatas solitarias, meditaciones místicas y profundas, elevaciones espirituales y quien sabe, una epifanía en medio del húmedo aire de la isla. Ojo para los que no son cartógrafos. Los mapas suelen engañar y caminar diez horas diarias no te garantiza conocer la isla ni bajar de peso. Son pocos días, y primero cedo con el trago, luego la comida, luego la buena onda, finalmente la socialización. Odiaba a mis compañeros de pensión el primer día, terminé arrendando un jeep con ellos. A pie es difícil llegar a Orongo, hay que venderse y poner caras sonrientes y decir dos o tres buenos chistes. Llegamos en patota al lugar, de belleza indescriptible. Hubiera dado cualquier cosa por estar solo; a cambio , tuve quien me sacara la foto. Equilibrios precarios de la vida. Ese día estuve más al Oeste que en ninguna otra oportunidad.

Greenwich, Meridiano Cero
Sureste de Londres, Inglaterra
Mayo 10, 2002

Para conocer Londres sólo tengo dos días, y un ticket de metro. Abordo el Docklands Light Railway, un tren que pasa por barrios ultramodernos, plateados, intergalácticos, llenos de gente rubia vistiendo trajes de alta costura, bebiendo cerveza fría en vasos imaginados en escuelas de diseño. Me bajé en la estación Greenwich, y pregunté ¿Dónde queda el meridiano de “gringüich”?. Nadie me entendió. Seguí caminando, di muchas vueltas, “capaz que esté perdido”. Volví a preguntar y volví a fracasar. Hasta que al fin lo logré. Una amable señora de ojos azules y cachetes colorados, me dice que por ese camino llego al parque de “griinich”. Yo no estuve en colegio cuico, no tenía porqué saberlo. Total, llegué al meridiano igual no más e incluso me di el lujo de caminar tres o cuatro metros más allá y saber que nunca he estado más al Este que en ese instante.


La Pintana, Santiago de Chile
Agosto 6, 2004
Nunca me he sentido más triste.



La Florida, Santiago de Chile.
Diciembre 30, 2005

No recuerdo haber estado más feliz.

1 Comments:

Blogger Lo de Verdad DIJO...

pa variar me has dejado pensando y no por los viajes, si no por esa extrania sensacion de estar en un lugar, que te pasen cosas y que aunque dejes esos lugares, siempre mantendras el recuerdo de lo que sentiste y claro, el lugar carga tambien con ello. aunque tu ya no estes. es un delirio este, yo lo se... pero basta con ver una peli entraniable, como es antes del amanecer. dejame decirte que de todas formas, es un privilegio sentir todo eso, en lugares tan emblematicos para ti. me dejas tarea para pensar en los mios, aunque mi memoria no es tan eficiente. un abrazo.

8:24 p. m.  

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