jueves, agosto 10, 2006

DETERMINISMO

Casi nunca (y ya lo he dicho majaderamente en éste blog) tengo dudas reales. Puedo actuar como indeciso, pero siempre sé lo que quiero y el resto es : el colchón moral, intelectual, emocional o el omnipresente miedo, en fin, todo aquello que resiste cualquier decisión “políticamente incorrecta”. A veces he tomado la opción equivocada, por la presión externa, por miedo... pero siempre sabía que lo que yo quería era otra cosa. Ahora, ésto no era gran tema para mí. Dudar, elegir, bla, bla, bla, mis decisiones nunca me complicaron mucho, aceptar la vida como viene no más, y exagerar un poco algunas emociones (algunos gestos, algunas amistades, algunos amores incluso) con el único y exclusivo fin de hacer ésta existencia más entretenida. Claro pues, imagínense si siempre actuara con la cara de nada diciendo “mi verdad más íntima es que me da todo lo mismo”. Para combatir eso caigo en un juego de extravagancias y pasiones que me duran un rato, el rato necesario para dar el siguiente paso. ¿Si con ésto uso a la gente? Creo que sí, que la uso, y la uso concientemente, pero pienso que la gente igual me usa, no sé si todos se dan cuenta, pero igual lo hacen... ¿Por qué estoy tan seguro? Porque no he conocido a nadie que no esté rotundamente preocupado de sí mismo y su bienestar. Así que sí, uso a la gente, los demás me usan, todos nos usamos en éste eterno juego de egocentrismo, reafirmación emocional y construcción de nuestro carácter llamado vida humana. Somos como máquinas con una única labor : justificar nuestra presencia mientras nuestra presencia ocurra. El universo gira en torno a cada ser humano de este planeta, que más da que yo reconozca el maquiavelismo de mis actos y de mis contactos. Bueno, para esto me engaño con que no escojo gente al azar... y de eso pueden dar certeza varios(as) de los que leen éste blog, he conocido a mucha gente y sólo le he dado espacio a quienes van a ser un aporte. ¿Yo he dado? En muchos casos (la mayoría) además he buscado, exigido, incluso trabajado ese espacio para que esas personas tomen la rol que yo anhelo. Unas pocas personas me han caído en calidad de “regalo” mientras otras han intentado durante años ser parte de “el grupo selecto” y desafortunadamente no forman parte del guión (tal vez sí como extras, incluso como buenos extras) . Puede que ésta pedantería haga vomitar a más de alguno, pero ese no es mi tema hoy. Mi tema es el entorno que yo armo para sobrevivir. Un entorno que debe estar siempre conteniendo ciertos estereotipos para así poder dirigir (a veces muy bien, a veces con mucha dificultad) los acontecimientos que quiero que ocurran. ¿Qué tiene que ver todo ésto? Que mi trabajo de guionista se está llenando de dudas. Sí, yo, el de las leyes termodinámicas que justifican hasta nuestro comportamiento, tengo dudas. Tengo dudas respecto al entorno que quiero construir en este especialísimo (el más especial de todos) momento de mi vida. He perdido la certeza del tipo de personas que quiero cerca, he perdido la certeza de lo que quiero obtener de esa gente, he perdido la certeza de lo que quiero realmente hacer, y lo peor, he perdido todas las certezas relacionadas con mi presencia acá y si realmente yo he escogido a las personas y caminos que he tomado. Lo de las señales me tiene complicado, tanto que ni siquiera me atrevo a exponerlas en este blog (y vaya que no tengo problemas en contar cosas acá). Estoy contento de estar donde estoy, pero cada vez más me estoy preguntando para donde voy. A esta edad es impresentable que me lo pregunte, pero debo reconocer que nunca antes me lo había preguntado. No me parecía interesante, mi juego era otro (¿era?...ya “¿era?”..), conocer “gente” (y en este saco meto a chicas, amigos, parientes), asignar roles, crear el juego y jugarlo en la medida de lo posible. Se acababa el juego, buscaba otro. Hoy no sé si quiero seguir jugando, la gente ya no es tan manejable como antes, y eso a mí me aburre muchísimo. Tal vez ha llegado la verdadera hora de elegir, y yo, durante años creyendo manejar el mundo, quizás en realidad implícitamente estaba confiando en un determinismo absurdo. A ratos siento como “otros hacen el mundo en vez de hacerlo yo” y hasta hace poco estaba seguro que el mundo lo hacía yo, pero por otro lado las señales me dicen que el mundo ya está hecho. Tres corrientes en mi cabeza luchando por tomar una posición, la del dogma que claramente necesito (de eso estoy seguro). Tanto desvarío, hace unos días me hizo recostarme en mi cama y preguntarme ¿Qué quieres ahora realmente?. Varios segundos en blanco (para mí, más no para “las tres corrientes”) y la única respuesta que obtuve fue “Tomar un bus e ir a conocer Putre”. Bueno, cada vez que se asoma un corto circuito (pena, abandono, agobio, abulia... ésta vez y por primera vez: confusión, the real confusión), las ideas “bus” y “norte” aparecen y no pasa mucho tiempo y las palabras bus y norte son realidad, y todo vuelve a fojas cero. Siempre había creído que sabía a la perfección lo que es elegir. Pero ahora, llegada la hora de “la gran elección” ¿Tomaré el bus para que se me pase?. Ya hablaré de los buses, muy pronto.