sábado, noviembre 26, 2005

JUEGO SUCIO (justificación de la miseria)


Si las reglas fueran equitativas, si el reglamento diera la misma oportunidad a todos los jugadores, todos jugaríamos de forma honesta, valiente, competente. Pero despertar en la mañana, abrir los ojos y saber que perdiste no es fácil. Porque de eso hablo : de abrir los ojos... y perder. Instantáneamente, devastadoramente, inevitablemente perder. Y no una mañana, sino muchas mañanas, todas las mañanas. No hice las reglas, tampoco me enseñaron a jugar. Nunca ganaré en este juego. No honestamente. Tengo que hacer trampa y las trampas en el juego me llevan a las trampas del alma, a mezclar fantasía con realidad, confundir entre lo que soy y lo que anhelo ser, entre el mundo que me he inventado y el mundo real que no conozco, entre la imagen que tengo de mi y lo que realmente soy (algo que quizá nunca sabré)... y puedo disfrutar de lo terrible, traicionarme, ser feliz en el dolor, querer lo que no se debe querer, ensuciar lo inmaculado, pisotear las flores, destapar las alcantarillas, esconder la luz y arruinar la gran fiesta del universo cada vez que se me antoje... Si yo pierdo, todos deben perder, aunque sea una vez, y si es posible las mismas veces que yo... Porque competir sin reglas cambia las cosas, ya no es sólo la habilidad lo que importa, también importa estar atento, no sólo está el reloj ni las propias limitaciones. Sin reglas, los contrincantes son enemigos, y cuando ellos aparecen, me lleno de energía, porque para que todo tenga sentido, alguien tiene que caer... y llámenlo envidia, miseria, frustración, y lo acepto. Lo acepto con una infinita tristeza pero sin pudor, pues no yo no compito por deporte, ni para ser mejor. Compito porque mientras tenga ganas de vivir, seguiré esperando que llegue esa mañana en que la derrota no me aplaste apenas abra los ojos.

sábado, noviembre 19, 2005

EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES


La santidad fue buscada desde el principio de la infancia, poniendo la mejilla, deseando el bien, sufriendo culpas de otros, callando secretos, bajando la mirada, huyendo, soportando el dolor, fingiendo sonrisas, la ropa ordenada y la estampa serena, resistiendo el frío y el viento y la demencia con una paciencia imbatible, las lágrimas son internas y muchas, se devuelven al origen, inundan los sueños y los distorsionan, algunos se borran, otros sobreviven, hinchados, húmedos, podridos por la humedad, su degradación es inminente, la admiración se transforma en envidia, el amor en odio, la justicia en venganza, el pudor en vergüenza, la culpa en aflicción, el silencio en trauma, la fuerza en violencia, y fueron muchos años de esto, muchos ¿No sabías que es la evolución? Esto es evolución, todo cambia, crecí y la risa servil y humilde se transformó en esta burla maligna y demoledora. Ahora es mi turno.

sábado, noviembre 12, 2005

EL EFECTO


Un grado bajo cero, y ésta es la comuna más fría de la ciudad. Si otra persona me viera, sin duda se sorprendería, yo con una polera y mi piel de gallina enfrentando el viento helado, falta un par de kilómetros para llegar a mi destino, no tomaré un taxi, no pediré ayuda, seré una especie de vaquero caminando por un desierto helado, con un destino fijo, con un propósito claro, pero lejano, tan lejano que parece irreal. La mente humana es capaz de almacenar muchas cosas, a veces tiene la virtud de borrar el horror, pero su capacidad aniquiladora es limitada, y el horror que sobrevive, se alimenta de sí mismo y crece. Y entonces no es posible dejar de oler la mierda presente en todas partes, primero parece un juego, luego es un talento, finalmente una pesadilla. Ahí donde otros ven el sol, yo veo gases explotando; donde otros ven cortesía, yo veo mentira; donde otros ven caridad, yo veo miseria. Ver más allá de lo evidente, ver debajo del agua, el experto corre el riesgo de confiar mucho en su don, pero si el agua no es tan profunda, puede estar metiendo la cabeza en el fango, sin saber cómo es el agua sobre el fango. Vemos lo que queremos ver, un grado bajo cero, y ya siento el efecto que buscaba. Logro ver la claridad del agua, incluso ya ni siquiera pienso en el agua. Ahora sólo siento frío. No siento nada más que frío. Sólo puedo pensar en éste frío tirano y absoluto. Encontré lo que buscaba.