domingo, abril 08, 2007

FANATISMO. Tercera Parte : Michelle Bachelet


No es novedad para ninguno de mis habituales lectores, que el periodo noviembre 2005 – marzo 2006 fue lejos el más feliz de mi vida, y en él no sólo compartí momentos increíbles con una chica que – luchando contra mi escepticismo - me enseñó que en la vida sí existían esos momentos. No sólo tuve mucho dinero a mi disposición, más del que nunca tuve en la vida, y no sólo me regalé la ostentación de rechazar un par de trabajos y soñar con que podía ser independiente, sino que además tuve oportunidad de vivir pequeños lujitos como tener a Manu Chao dando un recital gratis a un par de cuadras de mi casa, recibir mi camiseta del Everton autografiada por el mismísimo Joel Estay o - a pocos días de dejar un gobierno exitoso - saludar personalmente al Presidente Ricardo Lagos visitando mi barrio. Éste último, era un viejo sueño que tenía desde que Lagos apareció en De Cara al País apuntando a Pinochet. En aquel entonces participé en actividades de campaña, y conocí a varios políticos, pero nunca a Lagos, a quien yo claramente admiraba. Pasaron los años, me alejé de la política, la figura de Lagos siguió creciendo, perdí una polola después de una discusión política en las primarias en que le ganó a Zaldívar ( “pero Juan, si la mayoría de los detenidos desaparecidos están paseando en Europa”), Lagos fue Presidente y de ahí en más, se transformó casi en un Emperador. En ese punto algo comenzó a molestarme, no sabía lo que era, el gobierno era bueno, se hicieron muchos cambios, judiciales, educacionales, el país hasta se destapó, se hizo más libre, menos acartonado, pero esa aura de divinidad que empezó a rodear a Lagos, me llenó de incomodidad. Un día, en medio de todo ese interno y secreto disgusto, y en pleno funeral de Gladys Marín, me encontré con Bachelet. Yo estaba en una larga fila dando la vuelta entera al ex – congreso, esperando mi turno, ya me había topado con Piñera, cuando en eso se abre una puerta lateral, donde aparece, muy dolida, la entonces precandidata de la Concertación. Nos cruzamos, ella se sube a un auto muy rápido, antes de que el auto se vaya, me acerco a la ventana, la miro a los ojos y le dijo : “Fuerza Presidenta”. Claro, ese día supe porqué no soy famoso ni masivamente destacado, pude haber dicho cualquier cosa medianamente inteligente, pero, al igual que chileno promedio, ante una situación de nivel, sólo un par de palabras impensadas y clichés. Me quedé pensando en esa mujer, tan normal, tan sensible, tan “mina” para sus cosas. Y me gustó. Me entusiasmó la idea de que ella fuera Presidente, alguien distinto a los políticos tradicionales, ambiciosos de poder, de pasar a la historia a costa de lo que fuera... Me empecé a preguntar ¿Y si nos gobernara alguien común y corriente cómo Bachelet? Gran señal, el pueblo estaría suficientemente maduro, Bachelet no tendría esa imagen paternalista-autoritaria que nos ha dirigido siempre, sería más bien una compañera, uno de los nuestros...¡¡ Cuántas veces quejándonos de que son siempre los mismos, las mismas caras, los mismos robos !!. ¡ Pues bien ! Aquí estaba la oportunidad de demostrarnos a nosotros como pueblo, que efectivamente éramos capaces de no ser gobernados con golpes en la mesa, con voces firmes y dogmáticas. Podríamos ser gobernados por una persona justa, no ambiciosa, no autorreferente, una partner con buenas ideas, y así vivir, de verdad la tan anhelada democracia civilizada, aquella donde las gentes hablan con sus gobiernos, sus gobiernos los escuchan y juntos deciden el futuro de las naciones. Llegó Enero de 2006, Bachelet es elegida Presidenta, y debo decirlo, era feliz en mi propia vida y lo fui más con la llegada de ésta mujer al gobierno. La mano que le di a Lagos, lo tomé más como una señal de que al fin estaba haciendo aquellas cosas que jamás pensé que podía hacer, pero íntimamente, me gobernaba más el ansia de saber que él era el Presidente saliente, y que en dos, tres días más, mi verdadero sueño democrático se haría realidad. Bachelet fue envestida con la Primera Magistratura de la República, y fue el centro del Universo por algo que quizás era lo menos importante de su naturaleza política : Ser mujer. Pasaron los días y la democracia llegó. Todos aquellos que no se habían expresado, lo empezaron a hacer : Escolares, flaites, choferes de micros, diputados díscolos, Michelle perdió el mando, se lo tomó el pueblo, la agenda ya no era la del gobierno, empezaron las críticas “No tiene autoridad”, “El Gobierno no tiene rumbo”, los niños salen a las calles, lo destrozan todo a su paso, los políticos no lo hacen mejor, todos hablan y dicen lo que quieren pues saben que nadie los va a reprimir, la prensa hace un festín de todo aquello que va a salir mal y llena todo lo que puede con profecías autocumplidas de las que los ciudadanos se hacen parte. Pasó un año y todos se quejan, a pesar de que prácticamente no hay desempleo, a pesar de que habrá mejores pensiones, a pesar de que muchas enfermedades se tratan gratis, a pesar de que las viviendas sociales serán más dignas...Todos se quejan porque ésta mujer quiso gobernar con verdadera democracia, pero no, no somos los suficientemente civilizados aún, no sabemos expresarnos sin destruir el centro, no sabemos cooperar con los nuevos proyectos aprendiendo a leer un plano urbano, no sabemos ser político de gobierno y dejar que ésta “aparecida” nos gobierne, no sabemos ser prensa y ser constructivos, no sabemos ser oposición y desear que al país le vaya bien, no sabemos comportarnos si no está la figura del padre, del patrón, del jefe diciéndonos lo que debemos hacer y lo que no, y si todo sigue igual, es probable que no lo sepamos nunca, y Bachelet terminará traspasando el mando a un político como el de siempre, aquel de la cúpula partidaria, ese que nos reta él o su Ministro del Interior, el que nos dice con palabras viejas, repetidas y rebuscadas como debemos obedecer, el que siempre dejará contento a los empresarios, el que siempre ha gobernado o gobernará Chile. Y muchos podrán decir que Bachelet no tenía experiencia, incluso que era mujer... La imagino hoy con una disyuntiva : “¿Cambiar? ¿ser como uno de ellos para poder triunfar?”. Si pudiera, le diría : “Bachelet, lo tuyo no es la megalomanía, no es pasar a la historia a toda costa, no es rodearse de un aura de grandeza. Lo tuyo es lo que siempre te hizo admirable : Tu espontaneidad, tu calidez, tu honestidad, tu aprecio por el valor que tiene cada uno de nosotros como ciudadano. No has fallado, somos nosotros, los ciudadanos-niños que no somos capaces de ver que sólo en un gobierno como el tuyo, seremos realmente tomados en cuenta. Romperemos la gallina de los huevos de oro. Nos dieron la mano y agarramos la pata. A lo mejor, inconcientemente, esto no nos gusta, quizás con tantos años de dictadura, y luego tantos años del dominio de los poderosos, de uno y otro bando, tal vez seamos un pueblo adicto a la mano dura”. Yo se que es casi imposible que ella alguna vez llegue a leer esto, pero con una devoción soberbia, con fanatismo, lo digo : Aunque todos se bajen del buque, me consideraré hasta el final el más acérrimo de los bacheletistas. Las personas que más admiro no son aquellas que están en un pedestal imaginándose en las enciclopedias de historia del futuro. Las personas que más admiro son aquellas que se saben humanas y que día tras días tratan de dar lo mejor de si en condición de tales. No es tu culpa Michelle, somos nosotros los que no sabemos que hacer con tanta democracia.