LÓGICA DEL HORROR
He estado en Antofagasta, en un puente peatonal sobre la línea del tren, en un barrio desconocido a las 11 de la noche, con una pandilla a un lado del puente, otra pandilla al otro lado y yo al medio, con una cámara fotográfica en la mano y un personal estéreo. Nervioso me puse, pero no llegué a sentir miedo, seguí caminando y al llegar al lado de una de las pandillas, alguien amagó lanzarse sobre mí, y luego todos siguieron su camino, muertos de la risa. Y yo los miré feo y seguí caminando apurado. Me he lanzado en parapente sólo para comprobar si la sensación es parecida a la que uno tiene cuando vuela en sueños, y no me puse nervioso ni sentí una pizca de miedo. Una vez, en una isla, me metí a una cueva subterránea. Solo, sin linterna ni ropa adecuada y estando adentro me di cuenta que eso había sido un error grave, y me caían gotas del techo, y el suelo era pedregoso, húmedo y resbaloso y me saqué la cresta varias veces y pelé mis rodillas y piernas y a pesar de que llegué a pensar q jamás encontraría la salida y moriría en esa cueva, miedo, de ese terror que paraliza, no sentí. No lo he sentido cuando en el trabajo me he mandado un error grave, no tengo miedo al castigo, a la reprimenda, ni al despido. No tengo miedo a enfrentar a la cara a alguien con quien voy a tener un conflicto de palabras destructivo, no tengo miedo a perder, ni a ser abandonado, ni a dejar de ser querido. No tengo miedo a las alturas, ni a las aventuras riesgosas, ni a los productos químicos, ni a comer sopaipillas en Mapocho. No sé lo que es eso. Pero sí me dan miedo los perros. Si veo uno a 100 metros, cruzo a la vereda del frente, y si hay otro perro ahí, me voy por la mitad de la calle o doy media vuelta y busco una calle paralela para seguir. También le tengo miedo al diablo, aún en mis etapas más ateas, le he tenido miedo al infierno, a la maldad de Satán, a que se me aparezca y me lleve. Tengo mucho miedo a que mi familia tenga una accidente, vivo pensando en su seguridad, en sus salidas, en su estabilidad física y sicológica. Le tengo miedo a todo eso, pero igual siento que a todo le puedo hacer frente. Una diferencia entre miedo y horror es que el miedo te hace reaccionar - ya sea para huir, ya sea para vencer- pero el horror te paraliza. El horror es la representación emocional de cuando estamos perdidos, de cuando nuestra mente siente tan manifiesta e inevitable la derrota, que no derrocha energía : “que ésto se acabe y luego” . No hay nada más que hacer. Yo, con todo lo que me admiro, hay días que siento horror. De mí mismo. Y, como sucede con la lógica del horror, no hay nada que pueda hacer.